La calidad ha muerto

La calidad de la literatura, la trascendencia y el ingenio de lo que se lee, los quilates filosóficos y morales de la pluma del autor o la majestuosidad de las reflexiones de quien escribe han dejado de importar a una buena parte de los compradores de libros de nuestro país. La calidad no importa, como así dejan de manifiesto las cifras referentes a las ventas de ejemplares.

Tras la eclosión en la era contemporánea de los divanes y los psicoanalistas, ahora la fase de autocomplacencia emocional ha experimentado una nueva evolución. Esta es la década de los libros de autoayuda, que se venden como rosquillas en la librerías y que cada vez roban más espacio de los estantes a las novelas históricas, a los poemarios o a las grandes obras filosóficas.

Autores como Mario Puig, Dale Carnegie o Randy Pauch se empeñan en intentar conducir a los seres humanos por un camino concreto de la vida. En ‘La última lección’, Pauch quiere hacer ver al lector que es posible alcanzar los sueños de la infancia, para lo que se apoya en tocar la fibra sensible del receptor mediante la narración de cómo tras superar un cáncer la vida se vuelve maravillosa.

En ‘Cómo ganar amigos e influir en las personas’, Carnegie, por su parte, apuesta por mejorar las relaciones entre individuos y por dar consejos a diestro y siniestro sobre cómo comportarse adecuadamente frente al prójimo para caerle bien. En ‘Reinventarse’, Mario Puig se toma la licencia de invitar al lector a auto descubrirse, para poder afrontar la vida con otra mirada.

Josef Ajram es otro de los autores que han pegado fuerte en la escritura de manuales de autoayuda y que se están lucrando con sus ventas. En ‘¿Dónde está el límite?, Ajram realza la necesidad de que el individuo se exija el máximo, con el deporte de exigencias físicas más extremas como hilo narrativo.